viernes, 15 de agosto de 2008

Experimentación Afectiva I

Atados del cuello el uno al otro 24 horas.

En cuanto a lo que pasó, cómo pasó y en particular que fue lo que pre-sentí, sentí y lo que se quedó en mí como una sensación posterior a la acción.

En esta pieza en particular y dentro de mi concepción individual, tanto antes como durante, cada elemento, acción y situación del performance fue para mi una metáfora directa de lo que significa una relación amorosa con sus bellezas, sus rarezas y sus pocos pero fatales, profundos y oscuros abismos. Sí es o no prudente llamar fatal y oscuro al amor es una discusión que prefiero ahorrarme por este momento, simplemente para mí lo es.

Cuando estábamos planeando lo que haríamos me invadía una emoción bipolar, un ardor seguido de escalofríos y creo que esto se debe a mi temor por los elementos externos, reacciones ajenas a nosotros que influyen totalmente tanto en el performance como lenguaje, en nosotros como ejecutantes y como re-accionistas dejando ver a partir de eso por medio de nuestro comportamiento un rol de pareja y a veces un rol amoroso, los cuales se vuelven receptores-transmisores cambiantes por sí mismos y ajenos de alguna forma a nosotros como individuos, es toda una serie de afectaciones.

El 2 de julio comenzamos muy puntuales, tomamos ese cordón elástico rojo y cada uno lo ató a su propio cuello, como materializando de alguna manera esa unión afectuosa a la que honramos y debemos ciertos sacrificios y placeres. Llegué a sentir un poco de miedo minutos antes de hacerlo, estaba segura que sería algo difícil, me sorprendía la valentía de Caleb, así que la adopté para mí misma.

Lo que pasó después me sigue pareciendo increíble: teníamos demasiado sueño, habíamos tenido una semana cansada y al momento de dormir saltó un inconveniente, dormirnos los dos con un cordón delgado y resistente uniéndonos del cuello podía ser o por lo menos fue considerado por nosotros un poco riesgoso así que decidimos que uno de los dos dormiría mientras que el otro “vigilaba” para luego cambiar lugares…, como dije teníamos DEMASIADO sueño. Por alguna razón que no recuerdo Caleb durmió primero, pero más o menos tres horas después ya no soporté el cansancio y me quedé dormida.

Esto puede hablar de muchas cosas y me gusta tomar cada reacción como base para reflexiones sobre nuestro propio comportamiento como seres que comparten, y no me refiero solamente al de Caleb y el mío, sino en general, es decir no todas las personas se hubieran comportado como nosotros, pero posiblemente podrán sentir empatía, preguntarse qué hubieran hecho o en qué se relacionan nuestras actitudes con las suyas, actitudes que posiblemente sean similares; volviendo al evento mi primera interpretación fue un poco apocalíptica (hablo sólo del momento en que me quedé dormida):

1. Nos encontramos con un conflicto 2. Le asignamos una respuesta responsable que requiere cierto sacrificio de ambos, pero que asegura nuestra protección y trascendencia
3. Ponemos en práctica tal respuesta que a su vez nos genera otro conflicto, conflicto que se transformó después de la plática en comunidad en una decisión individual 4. Por último una decisión que mandó toda la idealización al diablo ya sea por simple capricho o por necesidad, para el fin que buscamos las razones no importan, sino el comportamiento y todo lo que fluya de él.

Es decir preferir dormir que tomar en cuenta el riesgo y cuidarnos el uno al otro, aun que ahora que he repensado más acerca de eso, me he dado cuenta que también se denota en esta actitud algo más sublime: la simple confianza (o no se como se determina esto) en el otro para aceptar el riesgo y disfrutar con él, disfrutar de hecho en él sin tomarle importancia o en todo caso prefiriendo la parte agradable de la circunstancia, la parte que envuelve y que te permite dormir sin molestia alguna.

Entre estos conflictos y respuestas se están denotando nuestros sentimientos, riesgos, sacrificios, necesidades, capacidades-incapacidades, posibles satisfacciones y seguramente más cosas de las que no nos percatamos y todo he querido verlo en la misma forma: como proyecciones, metáforas inconscientes de nuestra relación a ella misma.

Al final del día pasamos más tiempo del planeado con la atadura al cuello y las etapas fueron más rápidas de lo que imaginábamos: tardamos en darnos cuenta de ella manejando con cierta frustración nuestros movimientos, luego llegamos a equilibrarnos y sincronizarnos sin tener que hablar para trasladarnos, hasta ser temporalmente parte de nosotros lo suficiente para olvidarnos por instantes de que la traíamos puesta.

En cuanto a lo que dejó en nosotros: lo primero es sentirse fue la sensación de continuar atados, incluso cuando regresé a Monterrey y que tenía ya tiempo sin ver a Caleb (quien había viajado horas después del performance) aun sentía que no podía alejarme mucho de él, se quedó la inercia, una especie de atracción inquietante. Físicamente nuestros cuellos quedaron rosados y en mi caso un poco rasguñado, no sólo la acción de atarnos y vivir la experiencia las veinticuatro horas con todas esas particulares situaciones habla, sino también nuestro cuerpo y en particular nuestros cuellos que han quedado como testigos al final del día, al momento de retirar la unión.

Melissa García

















1 comentario:

Alfonso P. dijo...

Hola soy Alfonso Puello.
Ya hice un comentario previo al que solo agregaria que la descripcion del evento es muy precisa y da una idea tan clara que me produce empatia instantanea. felicidades!