domingo, 17 de agosto de 2008

Experimentación afectiva I

Aquí va lo que hicimos durante el día de “Experimentación afectiva I”.

ANTES DEL PERFORMANCE

Todo comenzó mientras viajabamos el miércoles 28 de mayo por la noche en un autobus. Melissa me contó una idea que tenía sobre realizar un performance juntos, basado en uno realizado por Linda Montano y Tehching Hsieh (“The year of the rope”). La idea me gustó mucho, consistía en amarrarnos el uno al otro durante un día completo, estar unidos por el cuello mediante un cordón cuyo material definiríamos después. 

En el trayecto fuimos definiendo los detalles. Al principio me tomó por sorpresa, no esperaba que Melissa quisiera comenzar a realizar performances conmigo en ese momento, me imaginaba que faltaba tiempo para que sucediera. Mi nula experiencia performativa, profesionalmente hablando, hizo que viera con excesiva responsabilidad ese momento. 

Creo que los dos coincidimos en que es una acción sobre el funcionamiento en una pareja. Obviamente lo abordamos de manera distinta porque no somos un solo individuo. Siento que Melissa lo ve con un sentido un poco más trágico. He de admitir que soy muy cursi.

Estoy consciente, o creo estarlo, de que cada acción individual tiene cierto carácter universal, y es por esto que muchas personas pudieran llegar a sentirse identificados con lo que hicimos y su resultado. Yo no hice esto pensando en el funcionamiento de las relaciones de otras personas, en la universalidad inherente que pudieramos tener, lo hice pensando en Melissa y Caleb. 

En el transcurso de esa semana terminamos por definir el lugar donde comenzaríamos, materiales, medio por el que informaríamos a las personas de nuestra acción y otras cosas.

Días antes de regresar a la ciudad de México envíamos un correo electrónico a parte de nuestros contactos invitandolos, aún faltaban algunos detalles por aclarar. 

Regresamos a México un día antes del performance y salieron un par de imprevistos previos. Primero, llegamos en la madrugada y el hotel en el que planeabamos hospedarnos y dónde comenzaría el performance estaba lleno, terminamos en el Mexicali, que no estaba tan céntrico como hubiera sido lo ideal. Después, en la mañana extravié mi celular, donde debían llamar las personas interesadas en ver la acción para localizarnos y tuvimos que pedir uno prestado. Eso hizo que reenviáramos el correo electrónico pidiendo disculpas e informando del nuevo número celular. 

DURANTE EL PERFORMANCE

Comenzó a la hora señalada en el cuarto 311 del hotel Mexicali. Nos colocamos frente a la cámara para llevar un registro y cada quién se amarró del cuello. Melissa se sentó en el suelo dándole la espalda a la cama para terminar de cenar, y yo me quedé dormido al borde de la cama. Me despertó la música de la película “profundo carmesí” que Melissa iba a ver en la laptop, le sugerí que la pusiera en el reproductor de dvd y la viera en la televisión, ella la iba a poner pero mejor se puso a ver la televisión. En teoría íbamos a hacer guardia, uno iba a dormir de dos a tres horas mientras el otro lo cuidaba de que no se ahorcara, pero terminamos quedándonos dormidos los dos.

Varias veces me desperté y revise que Melissa estuviera respirando, en una ocasión me asusté un poco porque no veía su cuerpo moverse, la intenté despertar, no lo logré pero se movió y me tranquilicé.

Creo que me desperté cerca de las nueve o diez de la mañana, no teníamos el despertador activado. Como a las once bajamos a desayunar en el restaurante del hotel.

Ella desayunó huevos con jamón y yo con tocino. Melissa puso la cámara en la mesa de un lado mientras esperábamos que sirvieran el desayuno. Al mesero pareció no llamarle la atención que estuvieramos amarrados. 

Tomamos el metro y nos dirigimos a Comic Castle para comprar un libro sobre animación que vi el día anterior.

Fuimos a comprar un estetoscopio y unas mangueras para estetoscopio, para una pieza que Melissa pensaba realizar. De ahí nos trasladamos en metro hacia las oficinas de El Chopo para que Melissa arreglara unos asuntos personales. Hasta ese momento parecía que no llamábamos la atención, tal vez se deba a que están acostumbrados a ver cosas fuera de lo ordinario o a la actitud que teníamos, dentro de nuestros objetivos no se incluía el llamar la atención, pero de todas formas es interesante ver las reacciones de las personas y nos sirven como retroalimentación. 

Camino a EL Chopo, en un vagón del metro, un niño se nos quedó mirando y le hacía señas a otra niña para que nos viera; pero creo que era porque andaba rapado y no por que anduvieramos amarrados.

En las oficinas de El Chopo tenía ganas de ir al baño, y le dije a la señorita de recepción que si me lo prestaba, Melissa me dijo que no porque andabamos amarrados; esto me desconcertó un poco, así que le dije a la señorita que siempre no; la reacción de Melissa no me la esperaba, por qué íbamos a dejar de ir al baño durante nuestra acción que en parte trata sobre lo cotidiano (me faltó insistir más ante este obstáculo). Dialogamos al respecto y me dio la razón.

Después de que la atendieran en una de las oficinas nos dirigimos al baño, la recepcionista nos vio entrar, Melissa aprovechó y también hizo; me puse nervioso al saber que nos habían visto y que podrían llegar a sacarnos. 

Mientras estábamos en el baño recíbimos la llamada de una persona interesada en ver el performance. Melissa lo citó frente a Bellas Artes a las 5 de la tarde, eran cerca de las 3. 

Al salir la recepcionista nos dijo que el baño al que entramos sólo era para hombres, Melissa contestó que no podía entrar solo porque estabamos amarrados, y yo que era un performance, la recepcionista sólo dijo ah, y nos fuimos. 

En los pasillos del metro, ya cansado de caminar, mientras esperábamos que llegara un vagón, Melissa se puso a caminar de un lado a otro, al principio la iba siguiendo pero no se detenía y no se quizo sentar, no sé si no me escuchó o le valió madre, así que después de andar tras ella unos metros decidí sentarme. Está acostumbrada a hacer casi siempre lo que ella quiere. Sacó la cámara de nuevo y me grabó, llegó el vagón y siguió grabando mientras entrábamos.

Fuimos a buscar dónde comprar unos stickes. En lo que Melissa se ubicaba mirujeábamos tiendas de aparatos médicos, pero esto no la ayudaba a ubicarse; porque para empezar ni siquiera sabía adonde íbamos, hasta que le habló a uno de sus amigos para que le dijera el lugar donde podíamos conseguirlos. En la tienda mientras esperábamos que nos atendieran, tomé la cámara y la grabé. La persona que nos atendió tenía muy mala vibra, no sé si era porque estábamos amarrados o porque así sea de atenta.

Caminamos hacia Bellas Artes, en el camino entramos a una tienda para que Melissa escogiera un vestido que no terminó escogiendo y llegamos a Bellas Artes cerca de las 17:10. Ahí le pedimos a un fotógrafo que nos tomara una foto instantánea, al señor le dio curiosidad que estuvieramos amarrados y nos preguntó por qué, platicamos con él un rato, Melissa le explico a detalle lo que estábamos haciendo. Era un buen tipo, le pedimos que si podia nos enviara la foto por correo para tenerla en mejor calidad, nunca nos llegó. 

Colocamos la cámara de video en una de las ventanas de Bellas Artes y nos grabamos haciendo ejercicios, acercándonosy alejándonos el uno del otro lo más que pudieramos. Melissa dice que vio a un viejito haciendo señas que estabamos locos, desgraciadamente el hombre no pasó frente a la cámara mientras lo hacía. 

Después de las 17:30 nos fuimos al hotel. No vimos a las personas que habíamos citado. 

En el metro nos percatamos que en el celular había una llamada perdida de la persona que nos habló cuando estábamos en las oficinas de El Chopo. En el hotel tomamos un baño; para poder hacer esto y no mojar nuestras playeras se nos ocurrió quitárnoslas y que uno esperara al otro fuera de la regadera cuidandolas y después cambiar de lugar. Al terminar de bañarnos recibimos una llamada de la misma persona interesada en vernos, diciendo que había estado en Bellas Artes y no nos vio, Melissa le dijo que si quería después le mandábamos una liga donde estuviera el video y que saldríamos del hotel pero regresaríamos a las 23:30 para terminar el performance. Salimos a cenar al daikoku, un restaurante de sushi.

Tomamos el metro.

Camino al Daikoku a Melissa le dieron ganas de ir al baño, entramos en una sastrería para que nos prestaran el baño, mientras Melissa hacía del baño, yo platiqué con el sastre sobre la condición laboral. 

Tomamos un taxi para acercarnos y después caminamos hasta el Daikoku. Melissa me dio su delicioso rollo preferido porque el que yo pedí estaba envuelto de pepino y no me gusta. Comimos como cerdos. 

Llegamos al hotel cerca de las 22:00 hrs. Nadie nos visitó al cuarto.

Sin darnos cuenta el día terminó y seguimos amarrados diez minutos de más. En unas horas más tomaría un taxi para irme al aeropuerto y regresar a Monterrey; Melissa se quedaría en el hotel y más tarde lo dejaría para irse a su casa y continuar con un día más.

DESPUÉS DEL PERFORMANCE

Me fui con un sabor agridulce, había pasado una gran semana con Melissa que había finalizado con el performance y me sentía muy bien, pero tenía que separarme de ella una vez más y esperar su regreso a Monterrey.

La sensación de que continuaba amarrado a ella me duró un día y parte del siguiente.

Hubo más cosas que se hicieron o se platicaron durante ese día. Cosas que son personales y que ahora no tiene sentido exponer públicamente, tal vez nunca lo tengan. 

DCaleb

sábado, 16 de agosto de 2008

Resumen Experimentación afectiva I

Los momentos que más destacaría son:
- Cuando fuimos al baño en El Chopo
- El viaje en el metro en el que decidí dejar de seguir a Melissa
y sentarme
- Ejercicios realizados en Bellas Artes
- El baño que tomamos
- La sastrería
- Al final que no nos dimos cuenta que ya era hora de terminar y el día siguiente.




Del baño en el Chopo
Primero cedimos ante el impedimento social de compartir un baño. Después, entre cuestiones fisiológicas e ideológicas decidimos entrar y rompimos la regla. Al salir, la reacción de la recepcionista, me pareció que intentó enseñarnos a comportarnos. Por la condición en que estábamos más que molestarme me pareció algo absurdo, supongo que no supo como reaccionar ante dos personas mayores de veinte años que para ella no sabían que un baño era para hombres y otro para mujeres.

Del viaje en el metro
Se puede hacer un análisis sobre la parte activa y pasiva de la pareja. Melissa es una persona con más energía que yo, anda para todos lados como conejillo. No le he preguntado si me escuchó cuando le dije que me quería sentar. Sí me senté por cansancio, pero también fue por no seguirla, ahora que lo pienso con más calma fue como tratar de recordarle que íbamos juntos, que no podía ir a cualquier lado sin tomarme en cuenta, de repente es como si hubiera un nuevo ser, que no es Melissa ni Caleb, es una fusión, Meleb, Calissa, jajaja cómo quieran llamarlo. Hubo momentos durante el día que yo también olvidaba que íbamos atados y caminaba sin tomar en cuenta el cordón.

De los ejercicios en Bellas Artes
Llegamos unos minutos tarde a la cita, al no ser contactados por alguien, nos tomamos una foto. Esperamos y nadie llegaba. Entonces Melissa tuvo la idea de grabarnos haciendo ejercicios que consistían en acercarnos y alejarnos forzando el cordón a estirarse al límite. Fue doloroso y rozamos nuestros cuellos. El cordón resistió y no reventó. En una ocasión Melissa comenzó a jalar sin que yo me diera cuenta, intenté seguir avanzando pero no pude y tuve que hacerle una señal para que se detuviera (es la parte en el video en que me estoy acercando a la cámara). ¿Qué tanto se puede resistir la tensión?

Del baño
Creo que de aquí lo más interesante es ver cómo nos adaptamos a la situación. Hasta ese momento se nos ocurrió que hubiera sido más sencillo usar camisa que playera. Necesitábamos bañarnos y no podíamos quitarnos las playeras, pero tampoco podíamos salir mojados a la calle, tal vez si hubiera sido en un lugar más cálido o playero lo hubieramos hecho. No importa a quién se le ocurrió, Melissa dice que a ella y yo digo que a mí, lo importante es que lo resolvimos, mientras uno se bañaba el otro esperaba fuera cuidando la ropa.

De la sastrería
Otra vez las ganas de ir al baño, Melissa quería ir al baño y estaba casi segura que en el restaurante no nos iban a dejar entrar juntos. En la calle vimos una sastrería y el señor amablemente nos prestó el baño. Yo esperé afuera del baño mientras Melissa hacía lo que tuviera que hacer. Me pusé a platicar con el sastre, nos despedimos y nos fuimos. No hay mucho que reflexionar al respecto, pero fue una experiencia agradable.

Del final
No nos dimos cuenta que ya habían pasado 10 minutos. ¿Estabamos tan cómodos juntos que no nos percatamos? ¿Nos acostumbramos al cordón? Prestamos mucha atención en empezar a tiempo pero no a terminar, ¿cuánto tiempo podríamos durar así? Seguí sintiendo el cordón en mi cuello días después de que nos lo quitamos.
DCaleb



viernes, 15 de agosto de 2008

Experimentación Afectiva I

Atados del cuello el uno al otro 24 horas.

En cuanto a lo que pasó, cómo pasó y en particular que fue lo que pre-sentí, sentí y lo que se quedó en mí como una sensación posterior a la acción.

En esta pieza en particular y dentro de mi concepción individual, tanto antes como durante, cada elemento, acción y situación del performance fue para mi una metáfora directa de lo que significa una relación amorosa con sus bellezas, sus rarezas y sus pocos pero fatales, profundos y oscuros abismos. Sí es o no prudente llamar fatal y oscuro al amor es una discusión que prefiero ahorrarme por este momento, simplemente para mí lo es.

Cuando estábamos planeando lo que haríamos me invadía una emoción bipolar, un ardor seguido de escalofríos y creo que esto se debe a mi temor por los elementos externos, reacciones ajenas a nosotros que influyen totalmente tanto en el performance como lenguaje, en nosotros como ejecutantes y como re-accionistas dejando ver a partir de eso por medio de nuestro comportamiento un rol de pareja y a veces un rol amoroso, los cuales se vuelven receptores-transmisores cambiantes por sí mismos y ajenos de alguna forma a nosotros como individuos, es toda una serie de afectaciones.

El 2 de julio comenzamos muy puntuales, tomamos ese cordón elástico rojo y cada uno lo ató a su propio cuello, como materializando de alguna manera esa unión afectuosa a la que honramos y debemos ciertos sacrificios y placeres. Llegué a sentir un poco de miedo minutos antes de hacerlo, estaba segura que sería algo difícil, me sorprendía la valentía de Caleb, así que la adopté para mí misma.

Lo que pasó después me sigue pareciendo increíble: teníamos demasiado sueño, habíamos tenido una semana cansada y al momento de dormir saltó un inconveniente, dormirnos los dos con un cordón delgado y resistente uniéndonos del cuello podía ser o por lo menos fue considerado por nosotros un poco riesgoso así que decidimos que uno de los dos dormiría mientras que el otro “vigilaba” para luego cambiar lugares…, como dije teníamos DEMASIADO sueño. Por alguna razón que no recuerdo Caleb durmió primero, pero más o menos tres horas después ya no soporté el cansancio y me quedé dormida.

Esto puede hablar de muchas cosas y me gusta tomar cada reacción como base para reflexiones sobre nuestro propio comportamiento como seres que comparten, y no me refiero solamente al de Caleb y el mío, sino en general, es decir no todas las personas se hubieran comportado como nosotros, pero posiblemente podrán sentir empatía, preguntarse qué hubieran hecho o en qué se relacionan nuestras actitudes con las suyas, actitudes que posiblemente sean similares; volviendo al evento mi primera interpretación fue un poco apocalíptica (hablo sólo del momento en que me quedé dormida):

1. Nos encontramos con un conflicto 2. Le asignamos una respuesta responsable que requiere cierto sacrificio de ambos, pero que asegura nuestra protección y trascendencia
3. Ponemos en práctica tal respuesta que a su vez nos genera otro conflicto, conflicto que se transformó después de la plática en comunidad en una decisión individual 4. Por último una decisión que mandó toda la idealización al diablo ya sea por simple capricho o por necesidad, para el fin que buscamos las razones no importan, sino el comportamiento y todo lo que fluya de él.

Es decir preferir dormir que tomar en cuenta el riesgo y cuidarnos el uno al otro, aun que ahora que he repensado más acerca de eso, me he dado cuenta que también se denota en esta actitud algo más sublime: la simple confianza (o no se como se determina esto) en el otro para aceptar el riesgo y disfrutar con él, disfrutar de hecho en él sin tomarle importancia o en todo caso prefiriendo la parte agradable de la circunstancia, la parte que envuelve y que te permite dormir sin molestia alguna.

Entre estos conflictos y respuestas se están denotando nuestros sentimientos, riesgos, sacrificios, necesidades, capacidades-incapacidades, posibles satisfacciones y seguramente más cosas de las que no nos percatamos y todo he querido verlo en la misma forma: como proyecciones, metáforas inconscientes de nuestra relación a ella misma.

Al final del día pasamos más tiempo del planeado con la atadura al cuello y las etapas fueron más rápidas de lo que imaginábamos: tardamos en darnos cuenta de ella manejando con cierta frustración nuestros movimientos, luego llegamos a equilibrarnos y sincronizarnos sin tener que hablar para trasladarnos, hasta ser temporalmente parte de nosotros lo suficiente para olvidarnos por instantes de que la traíamos puesta.

En cuanto a lo que dejó en nosotros: lo primero es sentirse fue la sensación de continuar atados, incluso cuando regresé a Monterrey y que tenía ya tiempo sin ver a Caleb (quien había viajado horas después del performance) aun sentía que no podía alejarme mucho de él, se quedó la inercia, una especie de atracción inquietante. Físicamente nuestros cuellos quedaron rosados y en mi caso un poco rasguñado, no sólo la acción de atarnos y vivir la experiencia las veinticuatro horas con todas esas particulares situaciones habla, sino también nuestro cuerpo y en particular nuestros cuellos que han quedado como testigos al final del día, al momento de retirar la unión.

Melissa García